viernes, 25 de junio de 2010

Listening Post, un método psicoanalítico de estudio grupal

Este método intenta delinear un panorama de la realidad social actual a partir del rescate de la subjetividad de los miembros de distintos grupos de personas que se reúnen a reflexionar en torno a la sociedad, los cambios que continuamente ocurren, las dificultades, conflictos y emociones que les envuelven, y cómo encaran sus vínculos con dicho colectivo.

Los cambios en las sociedades contemporáneas traen consigo grandes cuotas de incertidumbre y volatilidad que hacen muy difícil disponer de conocimientos que permitan asimilar lo que está ocurriendo y así poder responder adecuadamente. Esta incertidumbre se debe a altos niveles de ansiedad que moviliza a las personas a apegarse a objetos psíquicos que deparen orden y certeza en un mundo que resulta fragmentado, caótico y muchas veces sin sentido. En un proceder simplista, los individuos incurren en el uso de categorías convencionales que les permiten articular un pensamiento ilusorio que aplaque la angustia frente a la ignorancia. Así, en los Listening Posts se registra cómo las personas son partícipes en la creación de objetos psíquicos a los que se les atribuye el papel de salvadores ante los problemas agobiantes que se viven en la sociedad. Jóvenes y mujeres suelen ser el blanco predilecto para esas proyecciones idealizadas, ya que se les percibe con capacidades apropiadas para ejercer liderazgo en grupos y organizaciones. Del mismo modo, las personas incurren en la creación de objetos psíquicos negativos, usualmente grupos políticamente débiles y minoritarios, que sirven de chivos expiatorios para exculpar en ellos las causas de los males que afligen la vida en sociedad.

Recurrir a categorías convencionales para afrontar la incertidumbre posibilita un ordenamiento maniqueo de la vida social que alivia la ansiedad frente a la falta de respuestas. Los individuos incurren en un pensamiento simplista que escinde la realidad entre “los buenos” y “los malos”. Es una lógica extrema que no da lugar al discernimiento de matices que permitan integrar los aspectos paradójicos y contradictorios que, inevitablemente, están presentes en la compleja sociedad contemporánea.

Los Listenig Posts enseñan cómo el pensamiento maniqueo trae consigo el uso de estereotipos y prejuicios que suelen alimentar una espiral dialéctica destructiva en las relaciones entre personas y grupos. Frente a la necesidad de encontrar un concepto de identidad que depare orden y seguridad, los individuos necesitan de un “otro” con el cual marcar diferencias para así gozar de un concepto de identidad claro y definido. A través de las diferencias se hace posible la proyección de aspectos negativos que se depositan en “aquel otro” que es distinto. Cuando esto ocurre, se acorta el espacio para que las relaciones con ese “otro” estén acompañadas de atribuciones diabólicas y perversas, donde se descargan con fuerza estereotipos y prejuicios que dan pie a la discriminación, violencia física y violencia moral. Los grupos más vulnerables en la sociedad cumplen la función implícita de servir de receptáculos para que otros sectores más poderosos canalicen a través de ellos sus propias contradicciones, conflictos, odios y culpas.

Pérdida de Identidad

Los individuos experimentan la realidad social en un proceso continuo de cambio, caracterizado por el movimiento y el conflicto. Este entorno es profundamente perturbador porque no genera ni la continuidad ni la consistencia necesaria en los vínculos sociales para desarrollar un sentido de identidad estable. Ante el debilitamiento de los vínculos en los grupos e instituciones, las personas luchan por preservar la identidad a través de una independencia que remite al individualismo y al aislamiento. Esto, a su vez, tiene el agravante de acentuar el estado de fragmentación en la sociedad. El caos y la locura que resultan de esta desintegración conducen, a menudo, a que las personas actúen sintiendo que “el otro” es totalmente malo y que merece, en consecuencia, ser blanco de la exclusión y la agresividad.

En el Listening Post de Chile se confirma lo que ocurre a nivel mundial. Las personas que ahí participan consideran que en la sociedad hay un clima de incertidumbre e inestabilidad que se manifiesta especialmente en la esfera de lo laboral, pero que también opera en las relaciones con instituciones políticas, religiosas, así como en la familia. Esto acarrea gran inseguridad y confusión a las personas porque no conocen con exactitud sus espacios de pertenencia e identidad. Ello se traduce en una vida cotidiana estresante y agobiante que demanda una continua adaptación a los cambios para evitar así la exclusión. Para sobrellevar este malestar, algunas personas mantienen una actitud crítica frente al “sistema”; sin embargo, persisten en mantener una postura de disciplinada obediencia al orden social establecido; otros buscan recluirse en el individualismo y la sinceridad calculada, consiguiendo así minimizar los riesgos de la dependencia; otros, quizás los menos, toman una postura más autónoma, buscando formas genuinas de acción en el ámbito social. Estas acciones innovadoras permiten soltar y remover las expectativas convencionales de la sociedad.

Liderazgo Paternalista Fallido

En las sociedades donde se desarrollan los Listening Posts, se considera que el liderazgo masculino tradicional presenta fallas sustantivas para proveer una contención adecuada a las personas. Ante esas deficiencias, se hace ver que la gente apela y respalda el ejercicio de liderazgos alternativos en el intento por solucionar las insatisfacciones que tiene respecto de sus necesidades de dependencia. La falta de contención de las instituciones económicas, políticas, sociales y religiosas se deja sentir de manera cotidiana, lo que lleva a las personas a sentir impotencia, frustración y rabia. Cualquier alternativa frente al ejercicio tradicional del liderazgo, marcado por la cultura masculina patriarcal, es percibida como una opción prometedora de mayor bienestar y contención emocional para todos.

En el caso de Chile, esta búsqueda de liderazgos alternativos emerge con mucha fuerza a través del significado que tiene para los miembros del grupo la posibilidad de elegir, por primera vez en la historia del país, a una mujer como presidenta de la repúbli-ca8.Esto es sentido como la expresión de una fuerte transformación de la sociedad chilena. No obstante, surgen voces que alertan del peligro de idealizar a la candidata mujer como fuente de cambios. Más que un cambio profundo, se plantea que esta idealización tendría su origen en el deseo de tener una presidenta que provea protección y seguridad, en contraste con el liderazgo masculino tradicional, que se asocia a la dureza y a la disciplina. Bajo la ilusión de esta nueva forma de liderazgo femenino, se vislumbra la posibilidad de vínculos más cálidos y seguros entre las personas. Esta ilusión operaría como efecto compensatorio del hecho de tener que enfrentar cotidianamente una sociedad competitiva y acosadora, que no da espacio a la contención ni a la calidez.

Los efectos de la globalización han impactado a toda la sociedad, incluyendo a sus líderes, quienes han tenido que enfrentar dinámicas complejas para las que no han encontrado respuestas adecuadas. Sin embargo, para los miembros de la sociedad, estas respuestas inadecuadas han sido vivenciadas como una falla para proveer una contención adecuada. Esto ha llevado a depositar la satisfacción de las necesidades de dependencia sobre líderes mujeres y personas jóvenes, quienes ofrecerían una alternativa más reflexiva y contenedora. En el caso de Chile, esta situación se hace sumamente contingente a través de la elección presidencial. La polarización idealizada de lo femenino respecto de lo masculino, inhibe la capacidad de integrar de un modo más consistente, realista y maduro las características de género y sus implicancias para el liderazgo. En consecuencia, las capacidades y recursos propios de lo femenino y lo masculino son vividos de un modo antagónico, desconociendo así las potencialidades de la alteridad, lo que se traduce en una estigmatización y desvalorización del otro de acuerdo a su género.

Disociación, Desplazamiento y Demonización del “Otro”

Los miembros de las distintas sociedades experimentan fuertes ansiedades frente a la profunda incertidumbre en los valores, normas y conductas socialmente aceptables. Ellos son incapaces de calificar sus experiencias sobre una base de similitud, lo que los hace sentirse en un mundo caleidoscópico y cambiante, con escasos puntos de referencia común. Las fronteras personales y sociales son borrosas, lo que trae ansiedad y uso masivo de mecanismos de escisión y proyección como medio para encontrar alivio y confort. Así, la rabia y el descontento que emanan del sentirse desvalido es proyectada sobre “los otros”, quienes son identificados como sujetos marcadamente distintos. En muchas sociedades, “los otros” se constituyen en los grupos de inmigrantes, siendo blanco de estereotipos y prejuicios, atribuyéndoseles directa responsabilidad en la violencia política y el terrorismo que suele asolar a la sociedad. La polarización en las relaciones sociales encierra el peligro de estigmatizar y rigidizar el trato con “el otro”, lo que a su vez tiene el riesgo de derivar en fuertes conflictos sociales y en espirales de insospechada violencia.

En este contexto, la sociedad chilena se caracteriza por una composición heterogénea en la que las diferencias sociales, económicas, políticas, culturales y de género son fuente continua de discriminación, abuso, violencia física y moral que obstruyen la posibilidad de integración y cohesión colectiva. La heterogeneidad social se estructura en fronteras rígidas y poco permeables que no toleran la diversidad. Las diferencias con los “otros” sirven para desplazar sobre ellos los sentimientos de incompetencia y rabia que les son propios. Las relaciones entre personas y grupos en la sociedad suelen estar envueltas en dinámicas donde los más débiles son blanco de prejuicios y estereotipos despreciativos y descalificadores, dando pie a acciones discriminatorias e incluso violentas. Las mujeres, los miembros de etnias indígenas, los inmigrantes, los pobres y homosexuales suelen ser objeto de discriminación y violencia moral y física.

Por otra parte, la gente siente que la sociedad es una fuerza muy poderosa que controla y tiraniza, especialmente a través del predominio de los valores económicos que la articulan. Las personas se sienten participando en un sistema que es voraz y exigente al extremo, y que en forma continua encierra una amenaza latente de exclusión. La sociedad aparece ante los individuos con un poder hegemónico que les lleva a la impotencia por la falta de control frente a sus vidas. Esto acarrea odio y rechazo, lo que los individuos desplazan sobre “otros”. Contar con un enemigo común permite a las personas y grupos reprimir la propia culpa y proyectarla fuera. Así se consigue un concepto de identidad que depara un cierto confort.


Extraido del sitio web http://www.psicologiagrupal.cl/progsem/expegrup/ponencias/vicisitudes.html

Desarrollo sexual infantil

La teoría psicoanalítica plantea que, conforme crecen los niños, su deseo se enfoca en diferentes áreas del cuerpo, en los que se busca la satisfacción libidinal. Siguiendo una secuencia de etapas psicosexuales en las que son importantes diferentes zonas erógenas, los niños pasan del autoerotismo a la sexualidad reproductora, y desarrollan sus personalidades adultas:
  1. Fase oral (desde el nacimiento hasta los 12 ó 18 meses): la boca es la zona erógena preeminente y procura al bebé no sólo la satisfacción de alimentarse, sino, sobre todo, el placer de chupar. Es decir, de poner en movimiento los labios, la lengua y el paladar en una alternancia rítmica.
  2. Fase anal (12-18 meses hasta 3 años): en esta época la fuente principal de placer y conflicto potencial son las actividades en las que interviene el ano. Con frecuencia representa el primer intento del niño por convertir una actividad involuntaria en voluntaria. Los niños pueden experimentar dolor o placer ya sea al retener o al expulsar sus desechos fisiológicos. Debemos separar aquí el placer orgánico de defecar, aliviando una necesidad corporal, del placer sexual consistente en retener las heces y los gases para después expulsarlos bruscamente.
  3. Fase fálica (3 a 6 años): el órgano sexual masculino desempeña un papel dominante. En esta fase, las caricias masturbatorias y los tocamientos ritmados de las partes genitales proveen al niño un placer autoerótico. Freud considera que el clítoris es considerado por la niña como una forma de falo inferior. Al comienzo de la fase fálica, los niños/as creen que todas las personas poseen falo y la diferencia entre tener o no falo se percibe como una oposición por castración. Cada uno toma rumbo diferente al entrar en lo que Freud denomina Edipo, o complejo de Edipo, en el cual primero se da una identificación con la madre en ambos casos. El niño siente deseos sexuales hacia su madre, y al percibir a las niñas como castradas abandona sus deseos por temor a que le ocurra lo mismo, creándose en el varón la angustia de castración que lo lleva a renunciar a sus deseos incestuosos e identificarse con su padre. La niña abandona a la madre porque la cree culpable de su castración y surge la envidia del pene. Sin embargo, se da cuenta de que si es como su madre puede acceder a un pene (véase el concepto psicoanalítico de falo), a lo cual reacciona identificándose con ella y aparece el deseo de engendrar un hijo de su padre.
    La homosexualidad es definida como una parafilia causada por una interrupción del desarrollo libidinal en esta etapa. Para Freud se produce por una fijación en una etapa temprana del desarrollo psicosexual o una resolución incorrecta del complejo de Edipo. Esta interrupción no permite alcanzar la madurez sexual (heterosexualidad). Un conflicto de homosexualidad inconsciente puede ser un núcleo constituyente de esquizofrenia o paranoia. Más adelante, Freud describe el narcisismo como un componente común a la homosexualidad, la esquizofrenia y las perversiones. Sin embargo, Freud llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de que en su conocida Carta a una madre americana, Freud no dudó en afirmar que la homosexualidad «no es un vicio ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad». Señaló que perseguir la homosexualidad era una «gran injusticia y una crueldad», y que el análisis, a lo sumo, serviría para devolver la armonía a una persona si se sentía infeliz o neurótica, independientemente de si era homosexual o no.
  4. Periodo de latencia (desde los 6 años hasta la pubertad): en este período se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección. Los impulsos sexuales inaceptables son canalizados a niveles de actividad más aceptados por la cultura. Freud lo llamaba «período de calma sexual». No lo consideraba una etapa, ya que no surgía nada dramáticamente nuevo.
  5. Fase genital (desde la pubertad hasta la adultez): surge en la adolescencia cuando maduran los órganos genitales. Hay un surgimiento de los deseos sexuales y agresivos. El impulso sexual, el cual antes era autoerótico, se busca satisfacer a partir de una interacción genuina con los demás. Freud creía que los individuos maduros buscan satisfacer sus impulsos sexuales sobre todo por la actividad genital reproductora con miembros del sexo opuesto.
Creencias populares sobre la masturbación, según el libro "Un encuentro con el placer. La masturbación femenina", del psiquiatra y antropólogo español Jesús Ramos Brivera:
Los hombres se masturban más

Suele afirmarse que los hombres se masturban con una frecuencia semanal que es el doble de veces la de las mujeres. Pero existen investigaciones que demuestran que los hombres mienten sistemáticamente en las encuestas sexuales exagerando la frecuencia con la que acuden al autoerotismo, mientras que las mujeres mienten en sentido contrario, minimizando la frecuencia (es típica la respuesta femenina de hacerlo una vez al mes). Si corregimos las afirmaciones de unos y otros, como han realizado algunas investigaciones serias, los datos tienden a converger: así, hombres y mujeres se masturban con una frecuencia similar.

Los hombres comienzan a masturbarse antes que las mujeres

Según los estudios recopilados por Ramos Brieva, tampoco es cierto que los hombres se inicien en la masturbación antes que las mujeres por tener un órgano sexual tan "evidente" y que tienen que tocarse a diario por razones fisiológicas e higiénicas.

Está demostrado que hay más mujeres que hombres que se inician en la masturbación antes de los 10 años de edad. Lo hacen así entre el 20% y el 42% de las mujeres, al menos, y entre el 3% y el 13% de los hombres. También hay un 42% a 52% de mujeres que comienzan a hacerlo, como los hombres, durante la adolescencia. Por eso, las mujeres aprenden a masturbarse espontáneamente con mayor frecuencia que los hombres (lo hacen siendo más niñas y sin haber hablado con nadie del tema), quienes suelen iniciarse más tarde, tras hablar con sus compañeros o leer sobre el tema (mujeres: entre el 57% y el 62%; hombres: 28%)

Las personas dejan de masturbarse cuando inician relaciones sexuales

Según los estudios citados en la obra, los hombres y las mujeres continúan masturbándose después de establecer relaciones de pareja. Incluso aunque tales relaciones sean satisfactorias, el 75% de los varones y el 75% al 91% de las señoras emparejados continúan haciéndolo.

Se ha observado que mientras la frecuencia con la que los hombres emparejados acuden a la masturbación disminuye desde el momento que comienzan a tener relaciones sexuales y sigue descendiendo con el paso del tiempo, en las mujeres la frecuencia se mantiene igual o aumenta en la mayoría de los casos, sobre todo entre las que son más jóvenes. Esta idea contradice, igualmente, al tópico.

Quienes se masturban se aislan socialmente

El psiquiatra Jesús Ramos niega este supuesto, concluyendo que la masturbación no produce aislamiento, habiéndose comprobado que la mayoría de los seres humanos se masturban y tienen relaciones sexuales con normalidad.

Otras fuentes explican que en las personas aisladas que no saben relacionarse con los demás se desarrolla la masturbación como forma de satisfacción sexual al no tener la oportunidad de desarrollar la actividad sexual que apetece compartir con otras personas, al no ser capaces de relacionarse con esas personas.

Fantasías Inconscientes (pensamiento desiderativo)




Los seres humanos estamos organizados de tal modo que solo podemos gozar con intensidad el contraste de nuestras sensaciones con la constante desilusión, y muy poco el estado mismo de bienestar. No es asombroso que se consideren dichosos aquellos que escaparon a la desdicha, si salieron indemnes del sufrimiento, ni tampoco dondequiera universalmente, la tarea de evitar este relegue a un segundo plano la de la ganancia de placer. No es asombroso que bajo la presión de estas posibilidades de sufrimiento los seres humanos suelan atemperar sus exigencias de dicha, tal como el propio principio de placer se transformó bajo el influjo del mundo exterior en el principio de realidad más modesto. Una satisfacción irrestricta de todas las necesidades quiere ser admitida como la regla de vida más tentadora, pero ello significa anteponer el goce a la precaución, lo cual tras breve ejercicio recibe su castigo.

Los otros métodos, aquellos cuyo principal propósito es la evitación del displacer se diferencian según la fuente de este último a que dediquen mayor atención: soledad, como miembro de la comunidad, influir sobre el propio organismo, método químico: la intoxicación, la ingesta de sustancias embriagadoras en la lucha por la felicidad y por el alejamiento de la miseria, lo cual es apreciado como un bien tan grande, que algunos individuos, en incluso pueblos le han asignado una posición fija en la economía libidinal. Es notorio que esa propiedad de los medios embriagadores determina justamente su carácter peligroso y dañino y en muchos casos son culpables de la inútil dilapidación de grandes montos de energía que podrían haberse aplicado a mejorar la suerte de los seres humanos.

El complejo edificio de nuestro aparato anímico permite toda una serie de modos de influjo, además del mencionado. Así como satisfacción pulsional equivale a dicha, así también es causa de grave sufrimiento cuando el mundo exterior nos rehúsa la saciedad de nuestras necesidades. Por tanto, interviniendo sobre estas mociones pulsionales uno puede esperar liberarse de una parte del sufrimiento, este modo de defensa frente al padecer ya no injiere en el aparato de la sensación; busca enseñorearse de las fuentes internas de las necesidades (caso de las prácticas de yoga). Las que entonces gobiernan son las instancias psíquicas más elevadas que se han sometido al principio de realidad. Cuestiona sobre esta alternativa que el sentimiento de dicha provocado por la satisfacción de una pulsión silvestre no domeñada por el yo, es incomparablemente más intenso que el obtenido a raíz de la saciedad de una pulsión enfrenada. Aquí encuentra una explicación económica el carácter incoercible de los impulsos perversos y acaso también el atractivo de lo prohibido como tal.

Es el ámbito de la vida de la fantasía, dice Freud que en su tiempo cuando se consumó el desarrollo del sentido de la realidad, ella fue sustraída expresamente de las exigencias del examen de la realidad y quedó destinada al cumplimiento de deseo de difícil realización, por ejemplo, el goce de la contemplación de obras de arte accesible para el artista, y aún para quienes no son creadores. Pero esto no es más que una sustracción pasajera de los apremios de la vida que no es lo bastante intensa para hacer olvidar una miseria objetiva. En él que se afloja más el nexo con la realidad y la satisfacción se obtiene cono ilusiones admitidas como tales, pero sin que esta divergencia suya respecto de la realidad efectiva arruine el goce.

Las fantasías inconscientes son las primerísimas formas con los que el bebe representa su cuerpo y su mundo sin capacidad realística y según la dualidad placer-displacer, las cuales luego son fundadas con experiencias reales. Las fantasías inconscientes están siempre presentes y activas en todo individuo, su presencia no es índice de enfermedad, la naturaleza de estas fantasías y su relación con la realidad externa es lo que determinara el estado psíquico del sujeto. Es la expresión mental de los instintos, y por consiguiente, como estos, existen desde el comienzo de la vida. Para cada impulso instintivo hay una fantasía correspondiente.

Crear fantasías es una función del yo, lo que supone un mayor grado de organización de ideas, la fantasía no es tan solo una fuga de la realidad, es un concomitante constante e inevitable de las experiencias reales en constante interacción con ellas. Tiene por tanto, un aspecto defensivo, como su objetivo es satisfacer impulsos instintivos sin recurrir a la realidad externa, se puede decir que la gratificación que proviene de esa fantasía es una defensa contra la realidad externa de la privación y contra la realidad interna de su propia hambre, de su propia ira. La fantasía inconsciente como defensa tiene una relación con los mecanismos de defensa de proyección y de introyección, los utilizara en función de las fantasías, expresando lo que la persona siente que está incorporando o poniendo fuera de si.

La estructura de la personalidad va a estar en gran parte determinada por las fantasías más permanentes del yo sobre sí mismo y sobre los objetos que contiene. Esta relación entre estructura de la personalidad y fantasía inconsciente es lo que hace posible poder influir en la estructura del yo y del superyo, en el análisis de la relación del yo con los objetos internos/externos, modificando las fantasías sobre estos objetos.

Tiene además, un elemento argumental dramático. La fantasía inconsciente es una escena en la que se dramatiza un deseo. En esa puesta en escena, el sujeto utiliza los elementos expresivos con los que cuenta en ese momento de su desarrollo, elementos expresivos emergentes de su experiencia. De allí que la expresión de la fantasía inconsciente se desarrolle evolutivamente desde la sensación a la imagen plástica, enriqueciéndose luego con la palabra.

Las fantasías inconscientes dan expresión a formaciones de compromiso que reflejan la presencia activa continua de importantes conflictos instintivos que se originan en la vida mental de la infancia.

Pueden incentivar impresionantes creaciones artísticas, entre ellas se encuentra una de mis favoritas: El Surrealismo.

El juego espontáneo infantil

En el juego está inscrita la biografía del cuerpo en su expresión más profunda, y es jugando cuando el niño y la niña (y también los adultos) son seres creadores y descubren su “yo” en relación al “nosotros” como un eco interior. En definitiva, jugar es existir y ser conscientes de la existencia.

Extraido del libro "El placer y el displacer en el juego espontáneo infantil" de Javier Abad Molina

(...) Jugar es una forma de utilizar la mente e, incluso mejor, una actitud sobre cómo utilizar la mente. Es un ámbito de aprendizaje en el que ponerse a prueba, un espacio en el que poder combinar pensamiento, lenguaje e imaginación. (...)

Esta “ilusión” de crecer es lo que da origen de la pulsión creadora que nos singulariza. El juego permite vivir la ilusión de ser “otro”, manteniendo un equilibrio entre la subjetividad y la realidad. (...) Así, se convierte en un medio para proyectar en el mundo exterior los conflictos internos y las angustias, transformando esta realidad interna, a veces condicionada por el displacer. (...)

La libertad de jugar permite, tanto al niño como al adulto, liberar su creatividad. También según Winnicott, la creatividad es universal como un estado y respuesta del ser en el mundo, algo inherente a la vida como pulsión subyacente en la necesidad de obtener placer. La creatividad no es, pues, una competencia adquirida, ya que está presente en cada ser humano, solo hay que facilitar los medios para expresarla libremente como fuerza fundamental de la vida.

El juego es también una conducta simbólica en la medida que representa una historia vivida como una narración afectiva. El juego expresivo y creativo es siempre algo de la infancia originaria, de una memoria corporal implícita que registra experiencias arcaicas de placer o displacer vividas en relación al otro, porque en estas experiencias está todo lo que condiciona la vida afectiva, emocional, relacional y cognitiva del niño y la niña, y por tanto, del adulto.
Por todo ello, el juego sirve para alejar aquello que está impuesto por la realidad como signo de placer en el desarrollo del ser humano inmerso en una sociedad tan atada a la eficacia. Quizá por ello, el adulto se siente culpable, en ciertas situaciones y contextos, si permite jugar libremente a la infancia.

El adulto como ser de escucha, dota de sentido y significados a estas acciones porque cuantas más palabras se otorgan, más distancia con la acción se crea. El adulto también debe ayudar en un desarrollo creativo del niño que alimente su expresión simbólica y el recorrido de su propia maduración psicológica. El niño y la niña se descentran de la intensidad de sus emociones por la variedad de sus expresiones simbólicas y es preciso por parte del adulto atender al malestar infantil antes de plantear una situación de aprendizaje, porque cuanto más se juega a transformar en función de su subjetividad, más disposición existe para aprender. Si el pensamiento fijo e inmóvil no permite el aprendizaje, la Práctica Psicomotriz resuelve esta situación a través del juego de “destruir” y después la capacidad de “construir” en un espacio de posibilidades y de situaciones para el cambio. Estas situaciones, por ejemplo, son la expresividad de un cuerpo sin fronteras que garantizan la seguridad afectiva y la evolución psicológica. Particularmente en la infancia, expresan el deseo de crecer y el deseo de construirse como sujeto independiente: en el “yo te construyo o te destruyo” y “yo me construyo”, “yo te llamo” y “te hago aparecer porque quiero hacerte desaparecer y alejarme de ti”, se establece la dialéctica del juego de todos los niños y niñas (Aucouturier, 2004). Para realizar este proceso de transformación, de lo real a lo simbólico, es necesario que el niño y la niña hagan una transformación de su cuerpo, para que lo tónico-emocional libere su pensamiento y su imaginario.

(...) Todas las acciones de juego libre y espontáneo pueden partir de un conflicto relacional que es necesario que se encamine a situaciones de comunicación. Quizá este conflicto esté “provocado” por la propia dinámica de caos que se establece en el planteamiento de un espacio no estructurado que se dispone para el desorden y la continua transformación. Esto es permitido por el adulto referente, pero dentro de una contención o un marco de “orden” establecido por unos límites y normas básicas para la seguridad y la garantía de la evolución de los niños y niñas (además del necesario reconocimiento y admiración por la acción transformadora infantil). Cuando se expresa la idea de caos, se refiere a un desorden ordenado o un desorden estructurado que permite el cambio y la gestión de todas las opciones posibles. En este sentido, las instalaciones y los objetos estan presentados en un sistema de orden, para provocar o promover su transformación y para que los niños y niñas entendieran la existencia de unos límites en el juego libre. En definitiva, permitir de esta manera el caos significa que es posible la “destrucción” del orden que el adulto que ha creado para permitir el desorden como apropiación e interpretación del espacio, para “hacerlo propio” y poseerlo en el sentido físico y psíquico.

El amor maternal en la niñez

Extraido del libro-ensayo "Amor y Juego, Fundamentos olvidados de lo Humano, desde el Patriarcado a la Democracia", de Humberto Maturana Romerín y Gerda Verden-Zöller.

(...) "Un ser humano emerge como una persona adulta cuando en su conducta cotidiana surge espontánemaente como un ser autónomo y ético, capaz de colaborar desde el respeto de sí mismo y por los otros, pues no tiene miedo a desaparecer en la colaboración. O lo que es lo mismo, veo, tal vez con más claridad que nunca, lo fundamental que es para que se de el bienestar material y psíquico en una comunidad, que la conducta adulta surja en sus miembros no exigida, sino como algo espontáneo, como la forma natural de ser en ella. Y veo tambien que la convivencia en la aceptación de la cercanía e intimidad corporal en total confianza y ternura que ocurren en la relación amorosa materno-infantil y en el juego, constituyen el ámbito racional natural que genera en el curso de crecimiento de los niños su tranformación espontánea en personas autónomas, responsables y éticas, que no sienten miedo a desaparecer al colaborar con otros en la creación de un mundo válido y acogedor para todos los seres humanos, en particular, y todos los seres vivos, en general. (...)

La relación materno infantil en el disfrute de la cercanía corporal en la total confianza del juego, como un suceder amoroso espontáneo, contituye con su ocurrir relacional inconsciente el fundamento que configura el modo de convivir inconsciente que hace que surja espontáneamente la vida adulta como un vivir autónomo, socialmente responsable y ético, desde el respeto por sí mismo y por los otros en la capacidad de decidir si o no desde sí. Si el vivir adulto no surge como un vivir espontaneo inconsciente, aún cuando despues se pueda reflexionar de manera consciente sobre él, debe ser aprendido de manera intencional careciendo de la espontaneidad inconsciente y confiable de la sinceridad. El vivir relacional materno-infantil es la dinámica que genera de manera espontánea inconsciente el vivir adulto confiable, sincero y espontáneo que da solidez relacional y honestidad a la convivencia en una comunidad humana.

La tragedia de las adicciones, de la criminalidad y de la falta de sentido social, que surge con tanto dolor en nuestro vivir cultural actual, proviene, (...) de la ignorancia de que el fundamento de nuestro vivir racional está en la generación inconsceinte de toda conduta y por ello no nos ha permitido ver que las coherencias de nuestro pensar racional son las coherencias operacionales del lenguajear, las que son inconscientes, pues se fundan en las coherencias del operar inconscientes del vivir, ocutado por el hecho de que estamos inmersos en la cultura patriarcal matriarcal. Al mismo tiempo, nuestro énfasis en lo relacional consciente a generado cegueras sobre nuestras emociones, sentimientos y sentires, que han quedado relegados al ámbito desvalorizado de lo irracional por su presencia y emergencia sin justificación reflexiva. Esta negación de nuestro operar fundamental inconsciente nos ha llevado a enfatizar en la educación la adquisición explícita consciente de aspectos del vivir, como lo que llamamos valores sociales y conducta ética, cuando para que se vivan como un aspecto espontáneao de nuestra conducta cotidiana adulta deberían adquirirse de manera inconsciente como un simple resultado natural de convivir en ellos desde nuestra relación materno infantil. Esta reflexión no niega el carácter fundamental que tiene la relación consciente en la generacion del mundo ético que queremos vivir. (...) Si queremos en verdad salir de la tragedia que ha traido a nuestro convivir humano y cósmico en general ésta ceguera ante el papel formador inconsciente fundamental del ser humano adulto que tiene la relación amorosa materno infantil. Lo que tenemos que hacer es reconstruir de manera cosciente el espacio de convivencia que haceposible que surja y que se conserve de modo inconsciente ese modo de convivir en la relación materno infantil.

El que seamos seres biológicamente amorosos, como resultado de nuestra historia evolutiva biológica, es lo que constituye de hecho el fundamento operacional del bienestar de nuestro vivir y convivir en todos sus aspectos, conscientes e inconscientes, racionales y no racionales, en la emoción, en la creatividad operacional e intelectual. (...) El fundamento del tránsito del vivir infantil humano hacia un convivir relacional adulto que emerge sin diseño ni intención como un vivir en el bienestar propio de una conducta social que emerge sin esfuerzo responsable y ética desde la espontaneidad de vivir, y se funde de manera inconsciente en la relacion amorosa materno-infantil, en total la aceptación de la intimidad corporal y el juego con un adulto que lo acoge y respeta. (...)

El desarrollo de un niño, tanto a nivel biológico como social, necesita del contacto recurrente con la madre, pero una madre no logra encontrar a su hijo o hija en el contacto corporal de total aceptación si ella, com resultado de una actitud productiva, está orientada a las consecuencias de sus interacciones con el niño o niña y no hacia el o ella como un niño que existe en el presente del encuentro. Cuando esta dinámica intencional se establece en la relación materno -nfantil, la madre deja de ver al hijo o hija como un individuo particular, y restinge sus encuentros con el o ella como tal. En la medida en que esta restricción ocurre, un abrazo deja de ser un abrazo como una acción de plena aceptación del ser particular del niño o niña que se abraza y se transforma en una presión con una cierta dirección; asimismo, una mano que ayuda deja de ser una apoyo para la identidad individual, y se transforma en una guia externa que niega esa identidad. (...)

Así es como en nuestra cultura occidental criamos a nuestros hijos, trabajamos para alcanzar un fin, no descanzamos simplemente, descanzamos con el propósito de recargar energías, no comemos simplemente, ingerimos alimentos nutritivos, no jugamos implemente con nuestros hijos, los preparamos para el futuro. (...) El resultado es que, normalmente, mientras interactuamos con otros seres humanos, nuetra atención está puesta más alla de la interacción en las consecuencias esperadas, y no vemos al otro como un partícipe efectivo en el encuentro, no vemos las circunstancias en que éste ocurre, o no nos vemos a nosotros mismos en el otro. En resumen, estamos ciegos a nuestro presente. Si esta ceguera ocurre a una madre, ella no encuentra a su hijo en la interacción, y el niño o niña no se aprende a sí mismo como un Yo integral en el respeto y aceptación de sí mismo, como un ser social que respeta a los otros, no vive su propia presencia como una totalidad legítima, y no desarrolla una consciencia social. (...)

Es solamente en el periodo maduracional de su primera infancia, que el niño constituye espontáneamente a travez del juego libre con su madre y otros niños, la manera de vivir en el lenguaje que contituye la consciencia humana como una distinción de la consciencia del propio cuerpo en el contexto de la distinción de otras corporalidades similares. Es solamente si el niño alcanza autoconciencia al vivir su infancia en la riqueza de la experiencia senso-motriz de su vida temprana en la interacción corporal en total aceptación con su madre, que él puede separarse de ella con la corporalidad efectiva de un individuo socialmente seguro desde la aceptación y el respeto por sí mismo. Cuando esta autoconsciencia comienza aparecer, y el niño comienza a separarse de su madre, es capaz de orientarse a través de su consciencia corporal operacional en el dominio humano de relaciones espaciales y temporales. Aún más, a medida que el niño crece en autoconsciencia, él o ella tiene la posibilidad y es capaz de crecer como un adulto que no teme que su individualidad se vaya a perder o destruir a través de la integración social. En este punto dramático del desarrollo de la consciencia humana, el niño empieza a hacer preguntas acerca del comienzo y el final de la vida: comienza a hacer preguntas filosóficas. (...)

A medida que el niño crea este ámbito imaginario de identidades separables y permanentes en su espacio de correlaciones senso-motrices, el niño crea lo que vemos como su mente interior, como su dominio se relaciones con aquellas entidades imaginadas permanmentes y separables. (...)

Las formas de vida que en su origen crearon al ser humano son también las estructuras básicas se las experiencias primarias requeridas por un niño. Las actividades senso-motrices de un niño son formas arcaicas de consciencia corporal operacional, y al sugir como tales parece como si trataran de abrirse paso a través de su juego libre. Cuando, como es el caso hoy día, en un mundo donde no se cumplen las dinámicas senso-motrices que conducen al desarrollo normal de la consciencia humana en el niño, porque no es anímicamente posible la intimidad corporal de la relación materno-infantil, ni se permite el espacio libre en que estas puedan ocurrir, faltan esas dinamicas corporales y por lo tanto, no surge en el niño una adecuada consciencia del mundo humano. Pero no es solamente el niño quien es afectado por este alejamiento de la biología humana fundamental, sino que también está afectado el adulto, como es evidente, en la expansión de comprensión y consciencia que las madres tienen cuando recuperan el espacio de juego con sus hijos. (...)

Hoy día debemos considerar seriamente la tarea de compensar la pérdida de las experiencias corporales que sufren los niños que crecen en las ciudades. (...) La familia ha llegado a ser un centro de manipulación política e ideológica, y puede que en breve esta última area protegida donde es posible la relación de juego materno-infantil sea despiadadamente distorcionada y destruida. La primera infancia debe ser defendida hoy no a través de la intromisión de expertos en apariencias y manipulaciones, sino que a través de la prudente creación de las condiciones que hacen posible el desarrollo normal de la consciencia humana en el ámbito de las relaciones de juego materno-infantil mediante experiencias similares a aquellas reveladas en este estudio. El proceso básico natural del juego madre-niño no tiene sustitutos. Lo que las madres que permanecen con sus hijos en aceptación y confianza mutuas en la intimidad corporal del juego en su primera infancia realizan con respecto al desarrollo de la consciencia social de sus hijos e hijas, es un tesoro que debe ser preservado.